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martes, 22 de abril de 2014

LOS CONFLICTOS NO SE RESUELVEN, ESTOS SE GESTIONAN

LOS CONFLICTOS NO SE RESUELVEN, ESTOS SE GESTIONAN

COMUNICADOR SÉNIOR, Relaciones Corporativas, Marketing, Negociación y Gestión de Conflictos PSICÓLOGO MÁSTER en RR HHContribuidor principal
LOS CONFLICTOS NO SE RESUELVEN, ESTOS SE GESTIONAN 

Muchos desinformados creen que comunicación es intercambio de información y que está compuesta de “emisor, receptor…” 

Extrapolaron los conceptos de la cibernética a la comunicación humana. Comunicación, para nosotros no es hablar, persuadir, convencer, conversar, explicar, informar y demás sinónimos. Esto no es comunicación, solo es información. 

Comunicarse es primero aprender a observar y escuchar empáticamente las necesidades y expectativas de la comunidad, las autoridades locales, las personas, para luego saber qué decirles, pero sobre todo, cómo decirles… 

¿Sabe cuándo una persona es confiable o no? ¿Sabe qué es lo más difícil en la comunicación, qué impide esta? 

De cualidades como esta, debe estar formado y tener experiencia un relacionista comunitario. Esto no lo sabe un ingeniero, por ello colocar a uno en ese puesto de RRCC, es una aberración. 

Lo único permanente es “el cambio”. Esto lo sabemos los que nos formamos en ciencias sociales básicamente y en mi caso, a parte, comunicación y psicoterapia. 

En mi experiencia, lo normal en una pareja, en una familia, entre amigos, compañeros de trabajo es la discusión la discrepancia, el debate. Pues nadie es ni mejor ni peor, ni más ni menos, solo diferentes. Salvo las personas acomplejadas y arrogantes que creen que son superiores a todos y tiene derecho a todo ¿cuál es mi tarea como facilitador en las negociaciones? Lo primero es haberme ganado la confianza de las partes involucradas. 

¿Esto lo podrá hacer un ingeniero que ni siquiera sabe escuchar? 

Tu cartón de doctor en Oxford ahí no te sirve para nada sino tu actitud con la que vayas y te desenvuelvas.

¿Qué es negociar? 

Ceder. 

¿Cómo se hace para negociar? 

Primero: escucha empática. 

¿Cómo se hace eso? 

Se crean mesas de escucha comprensiva, negociación y discusión, es decir, mesas de diálogo en las que tiene que haber comunicación interna en la comunidad, lo mismo entre los representantes de la mina o empresa en cuestión y autoridades locales para saber qué tanto están dispuestos ceder. 

La tarea del facilitador es permitir que se escuchen, sin interrumpirse, sin juzgarse, sin criticarse, sin compararse, sin mencionar nombre o buscar culpables. Ellos solo desean que se les pregunte, que se respete su medio ambiente y a ello. desean un compromiso sincero, para ceder en la negociación y sentir el ganar=ganar. 

Volviendo al tema, luego que todas las partes han llegado a un acuerdo mutuo, se les sugiere, que estos compromisos que se han firmado, se les haga un seguimiento mensual o cada 2 meses, según el caso y que se cumplan. 

Esto es manejo de conflictos, pues ayuda a evitar y prevenir los siguientes posibles puesto que, las necesidades y expectativas, constantemente por ambos lados se supone que para eso está el relacionista comunitario, para hacer el seguimiento de lo acordado, pues el nivel de tensión es tal, que si ellos perciben que se les está mintiendo, reaccionaran como la comunidad históricamente, está acostumbrada a hacer. 

Mi rol como facilitador es que las partes involucradas se escuchen empáticamente mutuamente, es decir, que puedan entender el punto de vista del otro para que luego aprendan, como vecinos, a llevar la fiesta en paz comprendiendo que en el proceso de negociación y solución del tema, es coyuntural. El no cumplimento de las promesas por muchas disculpas ofrezcas, que en realidad son excusas generan la decepción y desconfianza. 

miércoles, 16 de abril de 2014

La OIT y la Economía Informal: El Impacto Histórico de una Recomendación

AGREMIACIÓN DE PROFESIONALES, TÉCNICOS Y TRABAJADORES AUTÓNOMOS (APTTA) - PERÚ / Web
La OIT y la Economía Informal: El Impacto Histórico de una Recomendación
Por Marcial Guillermo Pérez Herrera (*)
Rebanadas de Realidad - APTTA, Lima, 05/04/14.- Como seguramente, todos sabemos, la Organización Internacional del Trabajo-OIT, es un Organismo de las Naciones Unidas que fue fundado en 1919, después de una guerra destructiva, basada en una visión según la cual una paz duradera y universal sólo puede ser alcanzada cuando está fundamentada en el trato decente de los trabajadores. La OIT se convirtió en la primera agencia de las Naciones Unidas en 1946.
La estructura tripartita de la OIT, en la cual trabajadores y empleadores tienen el mismo derecho a voto que los gobiernos, durante las deliberaciones de los órganos principales de la OIT, garantiza que las opiniones de los interlocutores sociales queden fielmente reflejadas en las normas, políticas y programas de la OIT. Por otra parte, los objetivos principales de la OIT son promover los derechos laborales, fomentar oportunidades de trabajo decente, mejorar la protección social y fortalecer el diálogo al abordar los temas relacionados con el trabajo.
En la Estructura de la legislación nacional, los Convenios y Recomendaciones de la OIT (1) ocupan un lugar preferencial en la emisión de leyes y otros dispositivos, de menor nivel, en relación al mundo del trabajo, a los derechos fundamentales, y, en general a la lógica de generar un debido equilibrio entre el capital y el trabajo, teniendo en el Gobierno, (En sus diferentes dimensiones y/o niveles) delegado por la ciudadanía, para dirigir el Estado, un factor de moderación e imparcialidad, cuando no, en ejecutor oportuno y pertinente , de los mandatos que se derivan, de las Normas Internacionales, anteriormente mencionadas.
En toda su historia la OIT ha emitido, un conjunto concertado de decisiones , que en los últimos años, han derivado en los Convenios Fundamentales, que son: Convenio sobre Trabajo Forzoso , 1930, No. 29, Convenio sobre la Libertad Sindical y la Protección del Derecho de Sindicación, 1948, No. 87; Convenio sobre el derecho de sindicación de negociación colectiva, 1949, No.98; Convenio sobre igualdad de remuneración, 1951, No.100;Convenio sobre la abolición del trabajo forzoso, 1957, No.105; Convenio sobre la discriminación (empleo y ocupación), 1958, No.111;Convenio sobre la edad mínima, 1973, No.138 y el Convenio sobre las peores formas de trabajo infantil, 1999, No.182, articulados, a otros instrumentos pertinentes de las Naciones Unidas.
Hoy , en el 2014, en la 103.a reunión de la Conferencia Internacional del Trabajo, 28 de mayo - 12 de junio , con sede en Ginebra, Suiza, se pondrá a consideración, por primera vez en la historia, una Recomendación sobre la temática de la Economía Informal, que se ha denominado "La transición de la economía informal a la economía formal", afrontando, de una vez por toda la problemática de millones de trabajadores y trabajadores, que sólo en el caso de América Latina y el Caribe, alcanza los 127 millones de personas, con el agravante que es persistente y está emparentada con la pobreza y la desigualdad. En nuestro país, en pleno ascenso y crecimiento económica, cruel paradoja, el empleo informal llega a 12 millones de personas, que no sólo están ubicados en el trabajo independiente, empresas informales, trabajo auxiliar familiar, cooperativas precarias u otros estamentos, incluyendo a trabajadoras del hogar, sino que, además, inserta a trabajadores asalariados, con condiciones de trabajo indignas y una falta total de derechos.
No vamos a abundar en estadísticas, pero si recomendamos, leer el Informe Base de la Conferencia (2). Más bien vamos a ensayar, los componentes fundamentales, que deberá contener la futura Recomendación, en base a primeros informes especializados y el proyecto propuesto a la fecha por la OIT, luego de recoger y consultar con sus mandantes, especialistas y diversas organizaciones sociales COMPROMETIDAS CON EL PROCESO.
Así tenemos, a manera de resumen, en los aspectos de sustento, se plantea lo siguiente:
  • Si bien ciertos trabajadores y unidades económicas realizan actividades en la economía informal para eludir la legislación, la mayoría de las personas que se incorporan a la economía informal no lo hacen por elección, sino como consecuencia de la falta de oportunidades en la economía formal y por no contar con otros medios de subsistencia.
  • La informalidad obedece a varias causas, sin embargo, en muchos contextos, se trata principalmente de una cuestión de gobernanza.
  • Los déficits de trabajo decente son más pronunciados en la economía informal.
  • Las mujeres, los jóvenes, los migrantes, los trabajadores de edad, los pueblos indígenas y tribales, las personas afectadas por el VIH o el sida y las personas con discapacidad son especialmente vulnerables a los déficits más graves de trabajo decente en la economía informal.
  • El término "economía informal" hace referencia al conjunto de actividades económicas desarrolladas por los trabajadores y las unidades económicas que, tanto en la legislación como en la práctica, están insuficientemente contempladas por sistemas formales o no lo están en absoluto.
  • La Recomendación propuesta debería indicar que el término "economía informal" no abarca las actividades ilícitas, tal como se definen en los tratados internacionales pertinentes.
  • El instrumento propuesto debería abarcar: a) a los trabajadores por cuenta propia que ejercen su actividad en sus propias empresas del sector informal; b) a los empleadores que ejercen su actividad en sus propias empresas del sector informal c) a los trabajadores familiares auxiliares, independientemente del tipo de empresa; d) a los miembros de cooperativas de productores informales; e) a los asalariados con empleos informales que trabajan en empresas del sector formal, en empresas del sector informal, o en hogares como trabajadores domésticos; f) a los trabajadores por cuenta propia que producen bienes exclusivamente para el propio uso final de su hogar.
De otra parte, en cuanto al propósito de la Recomendación, se propone: proporcionar orientaciones a los Miembros con miras a: a) facilitar la transición gradual de los trabajadores y las unidades económicas de la economía informal a la economía formal y velar al mismo tiempo por que no se destruyan los medios de subsistencia y la capacidad empresarial, y b) promover la creación de empleos decentes en la economía formal y la coherencia de las políticas macroeconómicas, de empleo, de protección social y otras políticas sociales. La Recomendación debería prever que, al formular estrategias para facilitar la transición de la economía informal a la economía formal, los Miembros deberían tener en cuenta los siguientes principios: a) la diversidad de circunstancias de los trabajadores y las unidades económicas de la economía informal y la necesidad de abordar esa diversidad mediante enfoques específicos; b) el hecho de que hay múltiples vías para la transición de la economía informal a la economía formal en función del contexto específico y las preferencias de cada país, y c) la necesidad de un enfoque equilibrado que combine incentivos y medidas destinadas a promover el cumplimiento.
Es importante remarcar, en cuanto al marco jurídico y políticas, que la Recomendación propuesta, debiera prever las estrategias de crecimiento y la generación de empleo de calidad; b) el entorno normativo; c) la promoción de los derechos; d) la organización y la representación de los empleadores y de los trabajadores y el diálogo social; e) la promoción de la igualdad y la eliminación de la discriminación; f) la iniciativa empresarial; g) el desarrollo de las competencias profesionales; h) la financiación; i) los servicios para las empresas; j) el acceso a los mercados; k) la ampliación de la protección social; l) las estrategias de desarrollo local en el medio rural y urbano.
A nivel de nuestro país, es vital, la movilización de las organizaciones de trabajadores, en especial, las que representan al gran contingente de autoempleados, toda vez, que es una oportunidad de avanzar, en las reivindicaciones más sentidas, en un escenarios, donde precisamente, lo que menos se cumple, es con darle al trabajador lo que le corresponde, acorde a su condición humana y aspiración justa y necesaria de desarrollo y bienestar. Esta perspectiva se hace más evidente, pues, la propuesta de Recomendación pone en el tapete, aspectos fundamentales, para lograr este fin, así tenemos:
Las políticas y los programas nacionales deberían tratar de:
a) reducir, cuando corresponda, los costos de la transición a la economía formal, incluidos los relativos al registro, la tributación y el cumplimiento de la legislación; b) aumentar los beneficios de la transición a la economía formal, inclusive por lo que respecta al acceso a servicios para las empresas, financiación, infraestructura, mercados, tecnología, programas de capacitación y derechos de propiedad; c) prestar especial atención a la igualdad de género a fin de promover la igualdad de oportunidades entre mujeres y hombres, y d) prestar especial atención a las mujeres, los jóvenes, los migrantes, los trabajadores de edad, los pueblos indígenas y tribales, las personas afectadas por el VIH o el sida y las personas con discapacidad, por ser especialmente vulnerables a los déficits más graves de trabajo decente en la economía informal; Formulación y aplicación de una política nacional de empleo en consonancia con el Convenio sobre la política del empleo, 1964 (núm. 122), y la Recomendación sobre la política del empleo (disposiciones complementarias), 1984 (núm. 169) con objeto de favorecer la creación de empleo productivo en la economía formal mediante políticas macroeconómicas y sectoriales que fomenten el empleo, las empresas sostenibles, el desarrollo de las cooperativas, la empleabilidad y el desarrollo de las competencias tanto en las zonas rurales como urbana.
La agenda está a la orden del día, y, todos los trabajadores y trabajadores , en lo que queda para la Conferencia de Ginebra, en Junio del presente, y su réplica, en la Conferencia de las Américas, a realizarse en Lima, en el Mes de Octubre, debemos estar informados, motivados y sobre todo, generando unitariamente, fortalecimiento, centralización y cualificación, de los estamentos organizativos, pues se inicia una nueva etapa de lucha reivindicativa, que desde lo global, servirá de soporte a la consecución de las justas aspiraciones y derechos, de quienes desde la denominada informalidad, y el trabajo sin descanso, le han dado estabilidad a una sociedad desestructurada, han sido el sector que ha debido enfrentar a pie firme la violencia , en la urbe y el campo, han aportado ingentes recursos a la nación, sin recibir, injustamente , nada a cambio y sobre todo, que representan la simiente, de esa nueva corriente social y política, labrada en el duro batallar del trabajo diario ,creativo, perseverante y autogenerado, que deberá ser el nuevo vector del cambio y la renovación del pensamiento y la acción en el Perú .
Son más de 20 años de insistir tercamente en justicia e igualdad, para millones de trabajadores y trabajadoras, se está avanzando, pero, el camino sigue, sin descanso, ni fatiga, hacia un objetivo común, de quienes apostamos a la construcción de un Perú Nuevo en un Mundo Nuevo.
Notas:
(1) Las normas internacionales del trabajo son instrumentos jurídicos preparados por los mandantes de la OIT (gobiernos, empleadores y trabajadores) que establecen unos principios y unos derechos básicos en el trabajo. Las normas se dividen en convenios, que son tratados internacionales legalmente vinculantes que pueden ser ratificados por los Estados Miembros, o recomendaciones, que actúan como directrices no vinculantes. En muchos casos, un convenio establece los principios básicos que deben aplicar los países que lo ratifican, mientras que una recomendación relacionada complementa al convenio, proporcionando directrices más detalladas sobre su aplicación. Las recomendaciones también pueden ser autónomas, es decir, no vinculadas con ningún convenio. Los Convenios y las Recomendaciones son preparados por representantes de los gobiernos, de los empleadores y de los trabajadores, y se adoptan en la Conferencia Internacional del Trabajo de la OIT, que se reúne anualmente. Una vez adoptadas las normas, se requiere de sus Estados Miembros, en virtud de la Constitución de la OIT, que las sometan a sus autoridades competentes (normalmente el Parlamento) para su examen. En el caso de los convenios, se trata de examinarlos de cara a su ratificación. Si un país decide ratificar un convenio, en general éste entra en vigor para ese país un año después de la fecha de la ratificación. Los países que ratifican un convenio están obligados a aplicarlo en la legislación y en la práctica nacionales, y tienen que enviar a la Oficina memorias sobre su aplicación a intervalos regulares. Además, pueden iniciarse procedimientos de reclamación y de queja contra los países por violación de los convenios que han ratificado
(2) Ver en link http://www.ilo.org/ilc/ILCSessions/103/reports/reports-to-the-conference/lang--es/index.htm
El presente material se edita en Rebanadas por gentileza de Guillermo Pérez Herrera, Coordinador General Colegiado APTTA

martes, 1 de abril de 2014

Alcaldesa de Lima inspeccionó inicio de obras del Parque del Migrante

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• Autoridad edil verificó trabajos de construcción del nuevo espacio público para los vecinos y vecinas de La Victoria y zonas aledañas
Tras la exitosa operación de rescate sanitario realizada en el ex mercado La Parada el pasado 15 de marzo, la alcaldesa de Lima, Susana Villarán, inspeccionó los trabajos de construcción del nuevo Parque del Migrante, ubicado en el distrito de La Victoria.
La autoridad edil estuvo acompaña de Enrique Aguilar, gerente de Seguridad Ciudadana de la comuna limeña, quien comandó las acciones para la clausura definitiva del otrora mercado mayorista de La Parada.
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Es preciso indicar que el Parque del Migrante se convertirá en un espacio público con amplias áreas verde para los vecinos y vecinas de La Victoria, y zonas aledañas como Manzanilla y El Agustino.
Los trabajos para su construcción demandarán una inversión de 10 millones de nuevos soles. En este lugar se ofrecerán servicios de ludoteca, salas de usos múltiples para programas sociales, complejo deportivo, área para eventos y ferias, juegos infantiles, además de áreas verdes de césped y plantas que constituirán un gran pulmón verde en esa zona céntrica de Lima.
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Dato
La Municipalidad Metropolitana de Lima llevó a cabo de manera pacífica y sin incidentes el rescate sanitario del ex mercado La Parada, la madrugada del 15 de marzo último. Esta acción contó con la participación de personal del Serenazgo de Lima y de las gerencias de Salud, Fiscalización y Ambiente.

domingo, 16 de marzo de 2014

LA PARADA: MI ANTIGUA Y ENTRAÑABLE AMIGA

LA PARADA: MI ANTIGUA Y ENTRAÑABLE AMIGA
Por Jorge Rendón Vásquez
Profesor Emérito de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos


Ahora vilipendian a La Parada, y hasta se ha puesto de moda arrojarle piedras, con saña, como al querido maestro de varias generaciones, del cuento de Manuel Rivas “La lengua de las mariposas”, mientras los franquistas lo hacían marchar por el centro de la calle para fusilarlo.
Conocí La Parada en enero de 1944, cuando tenía trece años.
Mi hábitat era entonces la Calle Nueva de Arequipa. Pero yo quería ver lo que había más allá de los volcanes y los cerros entre los cuales anida esta ciudad, y les pedí a mis padres que me enviasen a Lima por las vacaciones. Aceptando a desgana mis ruegos, me embarcaron sobre la carga de un camión con otros pasajeros para viajar los tres días que tomaba el trayecto. Fue uno de los viajes más maravillosos que he hecho en mi vida. Un primo hermano de mi padre me alojó en su casa del jirón San Diego de Surquillo y, no bien dejé mis bártulos y valiéndome de sus pocas instrucciones, me lancé a caminar por las calles. Miraflores y San Isidro me parecieron edenes floridos, y Lima una ciudad de ensueño, señorial y limpia, acariciada aún por la evanescente bruma de su estirpe virreinal.
Pero, agotado ese primer momento de delectación, mi realidad volvió al primer plano.
El único capital que había traído, con el que debía pagar mis gastos mientras estuviera en Lima, era un cajón de las magníficas velas de la casa Velásquez de la calle Perú, que tenía que vender de alguna manera. Mi tío me aconsejó que las llevara a La Parada, y, sin más trámite, me condujo a ese multiforme mercado de La Victoria en el pequeño volquete con el que se ganaba la vida transportando materiales de construcción.
El frente de La Parada era una sucesión de tiendas y restaurantes, detrás de las cuales se proyectaban hacia el interior los pasajes formados por los puestos de venta, atestados de gente que se movía en todas las direcciones y de cargadores que circulaban, arrastrando sus carretillas colmadas de bolsas y atados. Su denominación se debía a que los intercambios al por mayor comenzaban a las dos de la mañana a pie frente a los camiones estacionados con los productos. Desde las seis de la mañana seguían las ventas en los puestos.
Con el cajón sobre el hombro seguí a mi tío hasta dos puestos de comida a cargo de parientes, quienes me recibieron alborozados y me adoptaron durante los días que allí estuve.
Yo recorría los pasajes ofreciendo mi mercancía a viva voz, algo escéptico al comienzo, aunque muy pronto, para mi sorpresa, constaté que las mujeres y los hombres que vendían y compraban se interesaban por ella, sin reparar en mi talla ni en mi edad, como si yo hubiera sido uno de los tantos comerciantes ambulantes. En tres días, vendí todas las velas y hasta el cajón. Fue una experiencia inolvidable. Mientras avanzaba por los pasajes orlados de verduras, fruta, carne, pescado, abarrotes, artículos de hojalata y otros más, escuchando las voces de la multitud en todos los tonos, me surgía la sensación de ser uno de ellos: provincianos que habían llegado a Lima desde varias décadas antes, y allí estaban, como vendedores y compradores, optimistas, fuertes, creativos y honestos.
Luego, nunca dejé de visitar La Parada. Lo hacía cuando abandonaba el Colegio Militar Leoncio Prado los fines de semana entre 1946 y 1948, y cuando, a partir de enero de 1952, mi familia se radicó en Lima y yo me trasladé a la Universidad de San Marcos.
De los bloques de “El Porvenir”, donde vivía, me desplazaba regularmente a La Parada, a Mendocita y a otros barrios que el poder mediático había registrado en el índex de lugares altamente peligrosos para la gente bien. No lo eran para quienes los habitábamos: mestizos, provincianos y trabajadores. No dejo de sonreír, por eso, cuando leo alguna noticia o crónica de periodistas o escritores emergidos de la pequeña burguesía y la burguesía limeñas, relatando sus excursiones a La Parada de las que por fortuna o gracias a la benevolencia divina lograron salir vivos, como si se hubieran arriesgado a participar en uno de los imaginarios periplos de Indiana Jones en algún remoto país de vociferantes, harapientas y abominables muchedumbres. El tercer mundo y el “Estado llano”, como son realmente, los aterran.
La vida y mi profesión me pusieron más tarde ante la oportunidad de ocuparme de La Parada.
A mediados de 1976, cuando yo ejercía el cargo de Director General de Asesoría Jurídica del Ministerio de Alimentación, me tocó presidir la comisión encargada de la licitación de las obras del Mercado de Santa Anita y del otorgamiento de la buena pro, que ganó una firma constructora seria y cumplió el compromiso asumido.
La idea era reubicar a los comerciantes de La Parada en este nuevo gran mercado con instalaciones modernas y completas, incluidas las necesarias para la refrigeración de los productos, destinados al abastecimiento de Lima, considerando la población que entonces ésta tenía.
El general Rafael Hoyos Rubio, ministro de Alimentación que había impulsado este proyecto, y yo con él, terminamos nuestra gestión el 31 de diciembre de 1977. Luego, el Ministerio de Alimentación fue fusionado con el Ministerio de Agricultura.
Por oscuras causas, el Mercado de Santa Anita no fue habilitado y, menos aún, recibió a los comerciantes de La Parada. Mientras tanto, en sus inmediaciones se formó otro mercado de mayoristas, en particular de productos no perecibles.
Veinte años después, como en la novela de Alejandro Dumas, se dio curso a la activación del mercado de Santa Anita, con otra gente, otros intereses y otras presiones. ¿Cuánto dinero aportaron a las bolsas de los políticos facultados para disponer su apertura?
El cierre de la Parada es un ataque a los consumidores, que han aumentado en varios millones desde 1976, y a sus comerciantes.
Cada día, decenas de miles de personas se abastecen allí, comprando sus productos diaria, semanal, quincenal o mensualmente, ya para su consumo, ya para revenderlos en mercados más pequeños. Si se les priva de esta fuente de aprovisionamiento, ¿adónde refluirían? A otros mercados, que no son tan numerosos ahora, a mercados improvisados y a los supermercados que recibirían decenas de miles de nuevos clientes. Se adivina cuál es la madre del cordero.
A los comerciantes de La Parada: trabajadores independientes y padres de familia que viven de su labor,  los arrojan, como si fueran basura, y los dejan sin “chamba”.
Tienen razón de protestar. “Son feroces: cuando los atacan se defienden”.
Alguien con poder ha considerado de buen gusto aceptar la estrategia de consejeros, salidos de barrios y universidades de gente pudiente, que ven en la gente provinciana y modesta a enemigos de la buena sociedad burguesa.
Es del todo antiético invocar como pretexto para erradicarlos la presencia de un insignificante grupo de gentes de mal vivir, que existen como en cualquier otra concentración humana hacinada, por ejemplo los mercados de la India o los bazares persas, en los que, como aquí, están controlados. Hay, por otro lado, medios de eliminar las alimañas y los insectos.
Hasta hace unos tres años muchas amas de casa de mi barrio, en el distrito de Surco, concurrían a La Parada a abastecerse de los productos necesarios para el hogar. Dejaban sus bolsas frente a un puesto y, desde allí, un changador con una carretilla las transportaba hasta un taxi. Y nunca les sucedió nada extraño. Los mismos comerciantes cuidaban a sus clientes.
El servicio prestado por La Parada a la población de Lima, que sigue creciendo, es necesario. Debería modernizársele. Más aún: el Gobierno Central y las municipalidades de Lima y La Victoria tienen la obligación de respetar el derecho al trabajo de quienes han estado trabajando allí por décadas.